No tenía la costumbre de comer, de hecho pocas veces al día comía y cuando lo hacía eran porciones pequeñas que no superaba la manzana o medio pan con mermelada.
Era más propenso a consumir grandes cantidades de líquidos que consumir comida sólida así que esa mañana se levantó con pereza y caminó hacia el comer para coger una taza de café y sentarse junto a una de las ventanas a beber su desayuno.
El día parecía tranquilo, seguramente habría sol ya que el cielo estaba despejado